LA LEYENDA DE LA TIA CASCA
Gustavo Adolfo Bécquer en una de sus narraciones, cuenta lo que le sucedió un día en el que, paseando por los bellos parajes cercanos al Monasterio de Veruela, quedó desorientado en el camino que transcurre entre Litago y Trasmoz.Al rato de ir deambulando por la zona, topó con un pastor que le advirtió para que no tomara la senda de "La tía Casca".
"En ella fue despeñada la señora en cuestión, y al ser rechazada por Dios y por el Diablo, su alma vaga por ese camino, y mediante engañosos sonidos, unas veces con lloros de niño otras con gruñidos de lobo, atrae a los ingenuos caminantes para, con su seca mano, despeñarlos por el barranco", le relató el hombre.
La leyenda cuenta, que la tía Casca era muy conocida en Trasmoz. Fue acusada, de ser la ejecutora de males de ojo y todos los hechizos imaginables, por los vecinos del lugar, quienes la persiguieron hasta el precipicio en cuestión, y a pesar de los ruegos y súplicas de la anciana, fue arrojada al arroyo donde murió.
En realidad este personaje existió, según se narra en los periódicos de la época, ya que se le presumía practicante de las malas artes de la brujería, tan arraigadas en estas tierras.
"Aquel que tiene por cimientos pizarra negra de que está formado el monte, y cuyas vetustas murallas, hechas de pedruscos enormes, parecen obra de titanes, es fama que las brujas de los contornos tienen sus nocturnos conciliábulos. Los sábados, después de que la campana de la iglesia dejaba oír el toque de las ánimas, unas sonando panderos, y otras, añafiles y castañuelas, y todas a caballo sobre escobas, los habitantes de Trasmoz veían pasar una banda de viejas, espesas como las grullas, que iban a celebrar sus endiablados ritos a la sombra de los muros de la ruinosa atalaya que corona la cumbre del monte".
G.A. Bécquer
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